
LA PAREJA QUE NADIE INVITÓ
Atención a la escena. Ya
está el primer sol dorando la primera mañana. Las cosas se ven frescas y bellas
como si estuvieran por estrenar. Y, con más de cuatro mil años a sus espaldas,
Eva sólo espera entregar al Niño una manzana para morir en paz.
Después, el
portal se queda desierto. Sólo dos sombras gigantescas se dibujan en la pobre
pared del establo.
Es el momento en
que, Charles Péguy, líder socialista, convertido al catolicismo, sitúa una de
las más bellas poesías que se han escrito sobre la Navidad. Con ritmo lento y
repetido, con brisa de canción de cuna, llega hasta nosotros el contraste entre
el recién nacido, irradiando dulzura, y la tosca fealdad de dos testigos que no
han sido invitados:
“Y el viento que soplaba por la enorme
hendidura,
hubiera
helado al Niño que estaba descubierto,
si
estos dos guardaespaldas, estos morros peludos,
por
salvarlo del frío no le dieran su aliento.
Bajo
el mirar del buey y el mirar del borrico,
El
Niño respiraba, cogido el primer sueño;
las
bestias, calculando dentro de sus cabezas,
Esperaban
la hora en que estaría despierto…”
CH.PEGUY
¡Qué esperanza
para los que no tenemos especial habilidad! Dios, amigo de lo tosco, y lo
desmañado. Dios sacando partido a lo inútil.
No ocurre igual
entre nosotros. No sé que extraño refinamiento nos va haciendo inhumanos para
todo lo bajo del mundo. Huimos de lo que no es rico y selecto como quien se
avergüenza de parientes pobres.
La Navidad 2012
nos trae esta nota alentadora: No existe la discriminación para Dios. A su
lado, la vejez, la fealdad, la pobreza, cumplen un cometido. Buena lección para
los corruptos del pelotazo, todos con vocación de grandes señores.
Pero lo inútil
del mundo da gloria a Dios, como le da el tiempo perdido, la belleza olvidada…
Todo lo que este mundo consumista no puede reducir a números. Dos pobres
bestias, sin otra cosa que orejas y pezuñas, le cuidan con toda la ternura del
mundo. Es seguro que al calcular la hora de su primer sueño, en sus cabezas
irracionales, floreció una rosa.
Por eso al ver
estas criaturas dando calor a Dios y este país nuestro lleno de males: “Quisiéramos ser civilizados como los
animales”.■
Micaela Bastidas