¿DÓNDE LOS HOMBRES?
LA PEQUEÑA CORRUPCIÓN
A la hora de opinar de los políticos, las mujeres no se quedan atrás. A, Mª Antonia Camino, estanquera, le preocupa algo importante que se extiende como una mancha:
-Mire este país es una gran manta de la que nadie quiere levantar una punta porque no se sabe lo que va a salir.
“Aquí no cambia nada. Vengo viendo en los puestos las mismas personas hace cuarenta años. Todo entre los mismos y tanto tiempo, ha hecho que la corrupción se extienda. La hemos aprendido todos. Antes lo hacían los importantes, después los medianos y, ahora, la corrupción de vecino a vecino, y esto no hay quien lo corte.
Negocios que son robos encubiertos, enchufes, favoritismos. El que da en un filón, lleva la mujer, la cuñada, el tío…
¿Cómo puede resistir tanta corrupción un país? ¿Tanta falta de honradez?
Y mientras ¿qué hacen los políticos? ¿Cómo no abstenernos a la hora de votar?
TODOS SON IGUALES
–Mire usted, los políticos no son buenos porque van a lo suyo. ¿Nos hemos enterado de lo que se coció entre ellos? ¿Quién nos ha preguntado?
Y le digo que todos son iguales. Yo, explica José Lacalle Santos, mecánico, tengo ya muchos años y estuve en el frente en la quinta del biberón con unos y con otros. Los conozco bien. Fui chofer en el cuartel de Santa Cristina, cuando la guerra. Íbamos por los campos a recoger comida para el frente y aquello era saquear. Los jefes pillaban los jamones, unas botellas y se los comían en el campo con cinco furcias. Al volver disparaban ellos mismos contra los coches y decían: “Venimos de Guadarrama, hemos perseguido a los fascistas hasta cerca de Burgos”. Y los tres zampando con las furcias.
En el otro lado había más moralidad porque allí el tabaco se repartía en el frente; yo, cuando vi las colas dije: ¡Estos son más honrados! Pero también tenían sus egoísmos. Mire, yo con nadie. Se lo dije aquí, en el taxi, a un señor republicano: ¡Perdisteis la guerra por sinvergüenzas! Lo deje más planchao que una anchoa. Mire, aquí faltan cabezas y moralidad. Así no se va a ninguna parte.
LA POLITICA DE LAS COSAS
-Yo desconfío de la política, porque a ver quién se aclara aquí, afirma Josefa Pérez Murcia, profesora de matemáticas. Nosotros no votamos por las cosas de la política, sino por la política de las cosas. Que haya orden, que las mujeres puedan salir sin miedo de noche, que no suba la vida, que el paro se solucione, que las tarifas de la luz no nos tomen el pelo, que haya parques para que nuestros hijos respiren.
“Pero de estas cosas, ¡qué poco se habla! No oye usted más que: consenso, referéndum, partido, votos…Oiga, ellos están en las cosas de la política. ¿Cuándo van a venir a la política de las cosas? Un político tendría que ser un hombre muy honrado solucionando problemas concretos. Que no, que la política no es el poder ni el dinero, que es servicio.
Sólo inmensas manadas de borregos recorren la península…¿Dónde los HOMBRES?, ¿Dónde?
Dónde los hombres, donde los hombres, donde los hombres, dónde los hombres, dónde los hombres, dónde los hombres, dónde los hombres, dónde los hombres, dónde los hombres, dónde los hombres, dónde los hombres, dónde los hombres. DÓNDE.