martes, 29 de noviembre de 2011

¿Dónde los hombres? 

                   “No haber amado más…”


¡Adiós Noviembre! Como el tiempo corre, justo cuando el colegio del Pilar, cantera de políticos multicolor, anunciaba funerales por sus alumnos, se encendían en su misma calle las luces de Navidad. Es el sabor agridulce de esta noticia.

Los periodistas no podemos olvidar uno de los hechos más resonantes de los medios de comunicación. Ocurrió en Londres. Un hombre, Sam Perry, apareció en la pequeña pantalla y dijo sencillamente: “Soy muy feliz”. Le siguió una mujer, Cristina Skrinner, que afirmó, sonriendo: “Me despierto cada mañana con una estupenda sensación de alegría. Después fue Peter Vanclus, quien, agarrado del brazo de su mujer, declaró a los telespectadores: "Nosotros tenemos ahora una vida más intensa y rica que las demás parejas...”. ¿Qué había pasado? ¿Cuál era el secreto de una alegría que no se recataba ante las cámaras? A Sam Perry, la señora Skrinner y Peter Vanclus sólo les quedaban dos o tres meses de vida. Fueron a una emisión de la BBC  para contar, sencillamente, cómo se vive cara a la muerte.

La primera reacción del señor Sam Perry —cincuenta y cuatro años- fue odiar a los médicos con toda su alma. El hombre más joven —apenas treinta años- dijo que el choque había sido terrible: “Como si cayeran sobre mí toneladas de agua helada. Después, un enorme cansancio...”. La mujer pedía: “Un poco más de tiempo, Señor...”. Tenía tres pequeños diablillos en casa. De repente, cada uno de ellos sintió una extraña paz. Dios estaba  cerca.  Sus ojos se abrieron. Era una tierna y misteriosa manera de ver. Disfrutaban con pequeñas cosas increíbles. Sabían que una hora bien llena vale más que años de vida larga.

Fue apasionante escuchar cada caso. El hombre de los cincuenta años tenía bastante carácter: “Antes, cualquier cosa me hacía sufrir: todo me preocupaba. Preparar las vacaciones era un rompecabezas..., los asuntos de dinero me sacaban de quicio. Ahora tengo una serenidad extraordinaria.   Hago lo que hay que hacer. ¡Nunca había tenido tanta paz! Es una plenitud desconocida que tiene mucho de felicidad...”.

Peter Vanclus explicó: “Cada una de las palabras que cambiamos, cada mirada, es para nosotros algo valiosísimo. Aprovechamos cada instante libre  para estar juntos. Como tantas madres superocupadas, la señora Skrinner se dejaba llevar de los nervios. Se ponía fuera de sí cuando los chiquillos —que no podían estar quietos- la impacientaban. Ahora había encontrado la paz: “A veces me pongo a andar, tranquilamente, durante un buen rato... Veo todas las cosas como si fuera la primera vez..., mis hijos, mi casa, el sol, la calle... Miro las gentes, las puertas, cada piedra, intensamente, como para guardarlos en mi memoria”. La señora Skrinner, treinta y cinco años.

Fue ella la que contestó con una  sonrisa  triste: a  la  pregunta  del periodista: “Qué hecho más de menos. Ahora sólo siento no haber amado más y no haber  hecho más oración”
¡Navidad! Que buen tiempo para querernos, para dar un respiro al corazón.



No hay comentarios:

Publicar un comentario